Se dice que hace años
los niños esperaban los meses de julio y agosto para poder poner manos a la
obra en un excelente prototipo de diversión que viene de generación en
generación cultivado por el padre, el abuelo y el bisabuelo.
La herencia de
aprendizaje era el crear cometas los cuales eran muchas veces construidas en
estos meses de frío, todo empezaba desde el momento de obtener los materiales
hasta su construcción; lo primeo es ir a buscar cerca de los ríos, sequías y
lagunas para sustraer el carrizo que crecía al lado.
Comprábamos pabilo,
papel lustre o bolsa plástica, y armábamos nuestra cometa con los tamaños
exactos ya conocidos, con los colores a nuestro gusto y sin olvidar la cuerda
de tela la cual no debe ser ni muy pesada ni muy ligera.
Y es todo estamos
listos para salir a la plaza, algún parque abierto o el cerro mas cercano, nos
creíamos los reyes del cielo al volar una cometa hecha por nosotros mismos
también existían las compradas pero no había nada mejor que las nuestras
también existían los famosos “aviones” el cual es mas complejo pero el carrizo
que sobresalía en la punta era lo que servia para hacer un duelo de cometas.
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